Por Diego Moncayo Amores *
Mucho se dirá y comentará hoy, sobre el periodismo y los periodistas. Hoy, es el Día del Periodista Ecuatoriano, y lo primero y justo es ofrecer un homenaje póstumo a aquellos colegas que sucumbieron ante la pandemia del Covid 19, en el cumplimiento de su deber o como parte de su actividad personal. Otros, se quedaron expuestos ante un sistema de medios, no todos, que siempre privilegia la empresa antes que el bienestar. Por ello esta recordación del Día del Periodista Ecuatoriano tiene matices especiales, y es indispensable plantear y dilucidar algunas interrogantes.
¿Cómo nos vemos los periodistas actualmente? ¿Estamos preparados para los retos del futuro? Como señalan algunos comunicólogos, probablemente la práctica de informar siempre depende de factores coyunturales y éstos cambian constantemente.
¿Qué periodismo estamos haciendo? Se preguntan los estudiosos del oficio. A grandes rasgos, la experiencia nos revela una posible respuesta. El trabajo que se realiza en los medios de comunicación es débil en su rigurosidad metodológica y se apoya demasiado en reproducir las declaraciones de los actores sociales sin preguntas o cuestionamientos y, por otro lado, al pretender ser crítica, sin criterio ni rigurosidad, se convierte más bien en un atentado a los derechos, se abunda en comentarios que al ser excesivos, caen en la divagación, sobre todo si no se está bien sustentado, dejando en evidencia a momentos agendas ajenas al rol del comunicador.
Otra conclusión, es el afán de los periodistas a destacarse sobre los demás y la resistencia a trabajar en equipo. Llegando inclusive a la competencia desleal o al servilismo. Están además los que fungen de tales, a pesar de las facilidades que actualmente existen para convertirse en profesionales, algunos de ellos la quieren fácil, pero quienes ya hemos recorrido el camino, sabemos que solo la preparación y la profesionalización rigurosa, es la garantía de un periodismo ético y responsable.
Además de la pandemia, enfrentamos una época de confrontación política. ¿Cuántos casos se han revelado solo en el último año, de agresiones físicas, verbales y judiciales por realizar nuestro trabajo? Como señala uno de los textos de análisis, “porque estamos obligados a estar en el campanario y no en la procesión, sin cometer los errores de algunos medios, de tomar partido. No se puede caer en el juego de las acusaciones y las provocaciones desde el poder y desviarse del trabajo por el bien común.”
Hay que informar sobre las líneas de conducta de un periodismo que no solo registre la política que es ahora lo que llena los espacios y que tiene hastiada al país. Generar buenas noticias y buscar en la sociedad hechos positivos, que a veces permanecen ocultos. Esto no significa que se tenga que ocultar o dejar de reflejar los sucesos de una sociedad en crisis de valores, sin escandalizar, manipular ni esconder.
En el campo de la formación, este último año ha evidenciado lo que le falta a la cátedra, para entregar a los futuros periodistas y comunicadores, además de herramientas técnicas y uso de las tecnologías, profundos valores éticos, predicando con el ejemplo, no bastan los grados y títulos, hay que ser y no solo parecer.
En esta lucha permanente con el efímero poder de quienes se creen intocables, quienes temporalmente reciben ese encargo, deben entender el papel del viejo principio de la profesión, ser perro guardián de las instituciones que a las autoridades en turno, dirigentes políticos y otros con espacios de representación temporal, les incomoda. Les disgusta que les investiguen. Pero también debemos ser autocríticos. Si al poder se le ha calificado de arrogante, también existe en el periodismo, no en todos. Cada medio y cada periodista debe responder por lo que hace.
Tampoco se puede negar cierta mediocridad y falta de preparación como en toda profesión. Tenemos el desafío de estar actualizados, no solo titulados. Aplicar los cinco sentidos del periodista que estableciera el reportero polaco, Ryczard Kapuscinski, o lo que el escritor checo Milan Kundera fijó como el undécimo mandamiento del oficio: la búsqueda de la verdad.
No podemos dejar de lado la difícil situación laboral del periodista, revelada con más claridad durante esta crisis que vive el país y el mundo, hay que trabajar más para dotar no solo de leyes que no se cumplen para garantizar un desempeño y desarrollo profesional dignos, sin más precarización, pagos, sueldos y nóminas incumplidas y despidos sin beneficios.
En este Día del Periodista Ecuatoriano, debemos asumir nuevamente esa responsabilidad, convencidos de la importancia de la labor del periodista, en cumplimiento de ese derecho humano a la comunicación.
- Recopìlación y reflexiones. Periodista, Editor y Presidente de El Diario de Riobamba, Presidente de la Unión nacional de Periodistas Núcleo de Chimborazo