«Ya no hay plata que nos avance señor gobierno, no podemos freír unas papitas porque el aceite está caro, hasta 5 dólares cuesta, por eso debemos comer una vez al día», gritaba, doña Esthela Lema, confundida entre la multitud, mientras las voces de los manifestantes era ensordecedora, las mallas de protección fueron decoradas por una gama de ponchos multicolor, al son de la bubucela, la corneta y la bocina, alzaban sus carteles con sus consignas se cumplía el quinto día de paro…Militares y policías resguardaban las inmediaciones de la Gobernación de Chimborazo. El escenario estaba preparado para recibir a los protestantes. Los movimientos Indígenas anunciaron que su marcha sería pacífica y siguieron su camino, pero se quedó un buen número de personas, ellos, estaban dispuestos a ir más allá de los gritos, fue cuestión de minutos, bastó que alguien lance la primera piedra, para que los uniformados respondan con bombas lacrimogenas, pudiendo repeler a los manifestantes, jóvenes en su mayoría, llenos de adrenalina comenzaron una verdadera guerra campal contra los uniformados.»Me estoy ahogando» decía uno; «respira por la boca, no te botes agua es peor, un tabaco un tabaco!», decía el que estaba cerca, los manifestantes se desplegaron por todo el parque Maldonado, otros, se quedaron en los dos frentes de la calle Primera Constituyente. «No dañen el bien público por favor gritaban moradores de la calle Veloz y Cinco de Junio, al mirar que desprendían parte del piso del emblemático parque Maldonado. «Estamos en paro gritaban los jóvenes, mientras daban contra el piso el concreto para partir en pequeñas partes y así lanzar contra los uniformados, mientras que ellos no paraban de disparar bombas lacrimógenas.»Coje coje ponle en agua, no pasa nada lanzales a ellos mismo», se escuchaba decir a los manifestantes, al parecer algunos tenían experiencia, en realidad el gas ya no causaba el mismo efecto cuando se mezclaba con el agua. Un joven sangraba por su nariz, tenía hemorragia, «me efecto el aspirar tanto gas por eso estoy así, tranquilos no pasa nada», explicaba a sus compañeros, mientras dejaba caer gotas rojas sobre el empedrado.Las bombas caían en intervalos, en medio del humo blanco, los muchachos arrastraban las vallas de protección, intentando dejar sin barricada a la Gobernación, por momentos parecía que esto no acabaría, unos minutos se calmaba, pero era solo para retomar fuerzas y seguir con el enfrentamiento. Infiltrados»Mientras marchabamos pudimos observar rostros conocidos de la vieja política correista. Incluso uno de ellos fue quien provocó a la policía lanzado cáscaras de plátanos. Entre miles de personas pasaban desapercibidos», contó, Luis Verdezoto, quien se unía a la protesta, anunciando que levantar la voz no necesariamente es causar daño peor aún enfrentamientos entre pueblo.Ya en la tarde los ánimos se calmaron en una zona. Los manifestantes conversaban con la Policía, se reían entre bromas, se hacían un selfie, pero el panorama era caótico, el bien público quedó destrozado, lo que parecía jovialidad se desmoronó minutos más tarde. Los enfrentamientos se trasladaron a la 10 de Agosto y 5 de Junio. El sonido de las sirenas y motores de las motocicletas retumbaba el lugar uno de los motociclistas del Grupo de Operaciones Motorizados (GOM) perdió el equilibrio y cayó, recibió varios golpes con palos y punta pies, hasta que sus compañeros regresen en su ayuda, al parecer su vestimenta lo ayudó a que no sea grave. Caía la noche y el sonido de las bombas causaba eco en todo la ciudad, parecía estar en medio de una guerra. «Un médico, por favor un médico», gritaban varios muchachos, un joven sangraba por su entrepierna, «le dispararon le dispararon, son perdigones, están disparando al cuerpo», aseguraban. Lo cargaron en peso para ponerlo a buen recaudo y sea valorado.Al menos ocho personas han resultado heridas tras la manifestaciones. Dos hermanos se encuentran en coma en el Hospital General Docente de Riobamba, según refieren sus familiares, se tratarían de Manuel Sislema Minta y Armando Sislema Minta. Al parecer fueron heridos con perdigones aunque eso deberán establecer las autoridades competentes. «Mi amigo Jonathan Cajilema de 27 años esta herido con un perdigon, esta fuera de peligro, pero los dos hermanos están graves», aseguró, Fernando Cárdenas. Los gritos eran desgarradores a las afueras de emergencia del Hospital General Docente de Riobamba. Familiares de los heridos se encontraban desesperados. «Me dice la doctora que se va a morir», desconsolada lloraba una joven mujer agarrada de las mallas de la puerta, «no declare eso, Dios tomará el control y hará el milagro», decía otro comunero, dando ánimos de esperanza a la desesperada mujer. Mientras esto sucedía en el quinto día de paralización el Presidente de la República, Guillermo Lasso, brindaba un mensaje a la nación, horas más tarde, el Presidente de la CONAIE, Leonidas Iza, respondía y aclaraba que la movilización continuará y muchos viajarán hasta la ciudad de Quito.Un jornada entre lágrimas por los gases y el dolor familiar terminaba en un viernes frío de la ciudad, esto aún no tiene desenlace