Personajes pintorescos de la antigüa Riobamba

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Todas las ciudades grandes los tienen. Son individuos que por voluntad propia o por algún trastorno, no se acoplaron a los rígidos moldes que la sociedad impone y vivieron según sus propias normas de conducta. Son los “raros”, los loquitos que miran el mundo a su manera y viven otra realidad, un mundo paralelo en donde quizá los locos somos nosotros.

Riobamba, como toda ciudad que se respeta tenía un buen muestrario de estos personajes atípicamente populares y que son, a despecho de muchos, más recordados que algunos políticos.

EL COLERO SALAZAR

Su nombre verdadero era Fermín Salazar, era vecino del barrio de Santa Rosa y es uno de los más recordados. El Colero Salazar era un personaje con dos personalidades bien definidas. Cuando el individuo estaba sobrio, era un humilde trabajador que repartía colas en las tiendas de la ciudad. Halaba una carreta de madera y era común verlo repartiendo estas bebidas por todo Riobamba. La transformación llegaba cuando estaba en copas (que era la mayoría de las veces), entonces era otra persona. En ese estado, el colero, se creía miembro de la nobleza riobambeña y empezaba a “longuear” a todo el mundo, recorría las calles con su típico y conocido saludo: “Hola longos de Riobamba”, o también “Viva Velasco carajo a mí nadie me jode”. La muchachada que le conocía se reía de sus ocurrencias, algo que no era del agrado del “colero” y desataba su ira, intentando perseguir a los muchachos.

Recuerdo que en una ocasión, durante las Fiestas de Abril salió “abriendo” el desfile de la alegría, en la más cruda borrachera y gritando a todo el mundo “longos de Riobamba yo soy el Colero Salazar”, quienes lo conocíamos nos reímos de buena gana.

El Colero Salazar tuvo un final macabro. Supe de buena fuente que fue enterrado vivo. Resulta que a consecuencia de sus consuetudinarias borracheras un buen día apareció muerto (o eso se pensaba), y su viuda sin esperar demasiado y tras breve velatorio lo enterró en un nicho del Cementerio de Riobamba. Esa noche el panteonero creyó escuchar unos ruidos extraños en la tumba del Colero, un tanto escéptico y asustado corrió a la casa de la viuda y le comentó la novedad. Cuando abrieron la tumba y destaparon el ataúd se dieron cuenta que el muerto tenía las manos crispadas y un rictus de terror en su cara. Lo habían enterrado aún con vida y despertó en la tumba en donde murió de verdad.

LA LOCA CARMELA

De este conjunto de personajes pintorescos de la Riobamba de antaño, el representante más romántico era una mujercita a quien la ciudad bautizó como la “Loca Carmela”. Su vida, así como su apellido seguirán siendo un misterio, nadie sabe de dónde salió ni la causa que provocó su trastorno síquico. Carmela era una mujercita enjuta y de mediana edad que vestía con dignidad ropajes muy pasados de moda. Se podía adivinar que tras de esos ajados y antiguos vestidos hubo alguna vez una mujer digna y normal. Carmela mendigaba en las calles y mercados de una forma muy particular: llevaba en sus delgadas manos ramos de flores (que había arrancado de los parques municipales), y ofrecía a los caballeros riobambeños con la frase: “Dame un real y te regalo una flor”, pocos hombres se resistían a tan romántica demanda y depositaban una moneda en las descarnadas manos de Carmela. Quién sabe, a lo mejor con esa súplica lo que en realidad buscaba era un poco de cariño y ternura que el cruel e implacable destino le negó. Su fin, tal como su vida misma, fue un misterio.

EL LADRÓN DEL PAVO

El “Cuco Ladrón del Pavo”, era famoso por su temperamento cascarrabias y gruñón. Su oficio habitual era el de heladero. Recorría las calles de Riobamba ofreciendo su producto con un curioso y pícaro estribillo que decía:

Helado de mora para la señora
Helado de piña para la niña
Helado de caña para tu ñaña
Sin palo para los hombres
Con palo para las mujeres

La muchachada osada y atrevida le gritaba ¡Ladrón del Pavo! pues sabían que esto era lo que más irritaba al cascarrabias personaje, entonces se transformaba y soltaba una sarta de palabrotas que haría sonrojar a un verdulero, pues otra de las “virtudes” del Ladrón del Pavo era su procaz y “florido” vocabulario. Con los años el “Ladrón del Pavo”, viejo y enfermo terminó mendigando en las calles de Riobamba. Nunca supe su nombre y procedencia.

Lo anterior es solo una muestra de algunos de los personajes pintorescos que deambularon alguna vez por la antigua Riobamba, son los antihéroes que la historia oficial no menciona, sin embargo, su recuerdo se mantiene viva en la memoria urbana.

FOTOGRAFÍA: Calle de la antigua Riobamba. A la derecha se puede observar una carreta de madera de tracción humana como la que halaba el Colero Salazar. Postal impresa por el chino Virgilio Martínez.

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