En realidad, el “Fray Vicente Solano” era un sonado colegio secundario, que por sus peculiares características era mejor conocido como “reformatorio”.
Huigra, la “Ciudad de la Eterna Primavera”, era nombrada en el siglo anterior por tres razones: (1) Fue una importante Estación del Ferrocarril en donde inicialmente estaba ubicada la Gerencia General de esta empresa, (2) Por el río Chanchán, que de tiempo en tiempo se desbordaba, arrasaba con la población y destruía la línea férrea y (3) Por ser la sede del temido internado Fray Vicente Solano.
Huigra, nació y agonizó con el ferrocarril. Este paradisíaco lugar situado al sur de la Provincia del Chimborazo, fue fundada 1907 por el norteamericano Edward Morley, alto ejecutivo de la “Guayaquil & Quito Railway Company”, en terrenos comprados a un terrateniente riobambeño. Cuando la construcción del ferrocarril avanzaba, sus constructores, con Harcher Harmann a la cabeza, decidieron instalar en este lugar uno de los campamentos de la compañía. La bondad del clima, su exuberante entorno y su estratégica ubicación dispusieron que los ejecutivos del ferrocarril construyan en este lugar sus viviendas y posteriormente instalen aquí la Gerencia General de la Compañía, también levantaron un bien equipado hospital para atención de los trabajadores ferroviarios. Poco a poco trabajadores y obreros contratados para la construcción del ferrocarril, y toda clase de gente llegada de Chimborazo y Cañar se fueron instalando en este lugar hasta conformar un pequeño pueblo que fue creciendo con el paso del tiempo. Durante la época de oro del ferrocarril, Huigra era un pueblo activo, dinámico, pujante. Parada obligatoria del tren, el pueblo siguió prosperando y creciendo al ritmo que le imponía el ferrocarril. Hoteles, almacenes, restaurantes, y todo tipo negocio se instalaron en el lugar creando riqueza y trabajo.
Sabido es que todo pueblo que se respete debe tener un colegio que lo represente y Huigra decidió fundar uno. Fue en el año de 1953 cuando el Presidente Velasco Ibarra crea en Huigra el Colegio “Fray Vicente Solano” y encarga su dirección al sacerdote Daniel Paredes Machuca.
El padre Paredes Machuca era conocido en Huigra por su severidad, rectitud e intransigencia, características que imprimió en el recién fundado colegio. El inflexible sacerdote que más que un director de colegio parecía un sargento del ejército, estableció rigurosas normas para mantener el orden, reglas que incluían severos castigos físicos, humillaciones públicas, plantones en medio del patio por largas horas con un sol canicular, etc. El colegio llegó incluso a disponer de un calabozo a donde iban a parar los más indisciplinados. La fama de férrea disciplina del Vicente Solano se regó por todo el país.
Esta terrible fama alentó a muchos padres de familia, especialmente guayaquileños, a enviar a sus hijos rebeldes como internos a esta institución educativa. Los jóvenes “aniñados” hijos de papá, que habían escogido el camino de la vagancia y el vicio y que habían sido expulsados de todos los colegios de Guayaquil, eran enderezados en este establecimiento a las buenas o a las malas. Generalmente el remedio daba sus frutos y la mayoría de ovejas descarriadas se reformaron y regresaron como mansos corderitos al redil social. Muchos sin embargo no soportaron el encierro y la dura disciplina y escaparon escalando sus altos muros y volvieron al sórdido mundo del vicio.
La larga agonía del ferrocarril y su inminente muerte, significó la ruina del otrora próspero pueblo y el principio del fin del internado Fray Vicente Solano. Los habitantes de Huigra fueron abandonando poco a poco la parroquia, a todo esto, se sumó la muerte en 1994 del padre Paredes Machuca. La decadencia del pueblo provocó el desfinanciamiento del colegio y las nuevas autoridades del plantel no pudieron mantenerlo a flote. El reformatorio, perdón, el Colegio “Fray Vicente Solano” cerró definitivamente sus puertas en el 2004.