Candidatos y Demagogia

Actualidad

Por Diego Moncayo Amores

La estrategia electoral tiende a dedicar espacio y tiempo para presentar a los aspirantes como si fuera un reality de moda, práctica que se ha generalizado con el mal uso de las redes sociales, donde los “partidarios”, en la mayoría de los casos obligados, “comparten y comentan lo maravilloso que es el partido y su candidato. Para hacerlo más dramático, se presentan escenas en que el candidato o candidata, abraza a los pobres y a los niños, mientras insulta a algún contendor, aplaudido por acólitos generalmente insulsos, serviles y algunos aspirantes a líderes sin mérito alguno.

Para “elegir bien” habrá que ver si él o la aspirante es un hombre o mujer probadamente capacitados y con convicciones, si es capaz, responsable, preparado; si tiene una probada experiencia pública o privada; alguien que conozca los problemas del país y en nuestro caso de la provincia, que cumpla con lo que promete, que sea profesional en materias afines al cargo para el que postula. 

Además que dialogue con el pueblo, pero no solo en las campañas, donde solo aparece “oportunamente”,  que no se haya aprovechado del ejercicio de funciones para sacar un carné de discapacidad por ejemplo, entre otras “travesuras”, que sea firme y no dependa de “grupos” que invierten para tener un títere a la orden de ocultos intereses, que sea una persona nueva en ideas, sin importar la edad, bueno hay tanto que desearíamos de un candidato ideal, soñar no cuesta nada.

Hay varios conceptos importantes a tomar en cuenta sobre los postulantes a las diferentes dignidades, por ejemplo: “candidato” que procede del latín candidatus, “el que viste de blanco”, derivado del verbo candere, “ser blanco, brillar intensamente”, voz con la que se designaba en Roma a quienes se presentaban como aspirantes a cargos públicos. En el ritual político romano, los candidatos debían cambiar su habitual toga por una túnica blanca o cándida, con la que se exhibían públicamente los atributos que cabe esperar de los hombres y mujeres que nos representen.

Otro término que lastimosamente identifica esta época electoral es la palabra “demagogia” que proviene del griego “demagogia”, que a su vez viene de “demagogos”, que según el diccionario significa “dominación tiránica de la plebe”. Desde la semántica política, refieren los politólogos, es la “corrupción del sistema democrático, consistente en efectuar promesas al pueblo, por parte de un líder político o del gobierno, que de antemano saben que no podrán ser cumplidos”. Cualquier parecido con nuestra realidad, no es pura coincidencia, sino a los debates me remito.

En todas las épocas y en todos nuestros pueblos, ciudades, provincias y países han aparecido grandes demagogos en las horas de crisis, personificando aparentemente, todos los valores morales y los honores del pueblo, como predestinados para cumplir con los anhelos de una sociedad, con sus fogosos, furibundos y convincentes discursos, dice el Dr. Bayardo Moreno, en su artículo “Democracia reflexiva y demagógica”.  La demagogia es la semilla de la cizaña, que ha corrompido a los sistemas democráticos del mundo y la demagogia en síntesis es la antidemocracia.

Ecuador, Chimborazo, no son la excepción; ya hemos visto el paso de muchos demagogos en los gobiernos, situación evidente en nuestras localidades, “desde los que han ofrecido construir puentes en las nubes, hasta los que han engañado con poner zapatos hasta a los cien pies; y, no lo han cumplido”, dice Moreno. En nuestra farándula politiquera local, tenemos claros ejemplos de estos “demagogos”, no todos, que sueltan la lengua, prometen el oro y el moro y entregan “aportes” aprovechándose de la necesidad causada por la actual situación económica y sanitaria.

A semanas de un nuevo proceso electoral, ¿cómo salimos de este círculo vicioso, en el que ya aparecen los salvadores de nuestra provincia? Una solución, está sin duda en la educación y sobre todo en la conciencia de los ciudadanos, para no sucumbir ante la dádiva, la amenaza y la mentira. Sin embargo, estamos acostumbrados a autoengañarnos, aceptando la oferta de la redención sin hacer nada, a cambio de nada y sin hacer ningún sacrificio.

La oferta de redención de los políticos, no es la solución a nuestros problemas, eso ya lo sabemos. Nuestra decisión debe orientarse a la solución de los problemas individuales y sociales, dejando de lado el facilísimo, paternalismo, el ocio, y la desintegración social, cosa que es caldo de cultivo para estos demagogos, que son capaces de ofrecernos el cielo en la tierra, por alcanzar unos cuantos votos.

Caricatura Tomado de Banegas

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