Íconos de Riobamba: EL RELOJ DE LARA, ¿SALDRÁ DEL SILENCIO?

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Revisadas varias notas de prensa y estudios, encontramos algunos datos sobre  El “Reloj de Lara”. Está en la casa ubicada en las calles Veloz y España (esquina), tradicional sede de la Federación de Barrios de Riobamba, FEDEBAR, primer organización barrial del país.

La casa fue propiedad de Rodolfo Lara y es descrita por especialistas así: “La edificación es de estilo neoclásico de la década de los veinte del siglo XX, en cuya base se asienta un zócalo de piedra con sobrias puertas de madera de arcos rebajados. En la planta alta moduladamente los vanos van intercalados con pilastras de capitel jónico y fuste estriado. Sobre los vanos se enmarcan frisos. El remate de fachada es en cornisa corrida y sobre ésta se rematan la antefija. Detalle importante es el remate en torre esqui­nado de dos niveles adicionales en cuyo último nivel se ubica el reloj. Sobresalen tam­bién, y al ser esquinado en forma de ochave, las dos fachadas y las volutas decorativas. En cada vano del segundo nivel se desarrollan sobrios balcones balaustrados y apoyados en ménsulas.”

Según las referencias, la ubicación del reloj fue una decisión del propietario original, por ello se le conoció con el nombre de la  “Casa del Reloj de Lara”. Datos históricos dan cuenta que al morir el propietario, no tenía herederos por  lo que la propiedad pasó a manos del Estado, en la misma  funcionó por varios años la Zona Militar. En 1992, las gestiones de varios ciudadanos, dieron como resultado que la casa, entonces propiedad de la familia Urquizo, fuera comprada para ser destinada a la sede de la institución.

Varios intentos se han hecho para preservar la casa y mantener funcionando el “Reloj de Lara”. Alrededor de 26 años después, es justo volver la mirada a este ícono olvidado de la ciudad, donde el tiempo se ha detenido, tal vez a la espera que reaccionemos y salgamos del marasmo de intereses particulares y políticos en que hemos caído debido a nuestra propia desidia.

Estaremos a tiempo de ponerlo en marcha nuevamente y que sus campanadas retumben otra vez, llamando nuestra atención a esos valores olvidados por los riobambeños, honestidad, respeto, dedicación, solidaridad.

Tal vez no solo estemos a tiempo de rescatar éste y otros bienes de la ciudad, sino de recuperar nuestra propia identidad.

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