Por: Diego Moncayo Amores
Desde la noche del 24 de marzo del 2.021, muchos adultos mayores y sus familiares debieron pernoctar en los alrededores del SubCentro del Ministerio de Salud del cantón Guano, ubicado en la Av. 20 de Diciembre y Antonio Baus, para “alcanzar” uno de los 150 turnos que se repartieron, para recibir la primera dosis de la vacuna contra el Covid 19.
Previamente, personal de este distrito, recorrió los hogares de los guaneños, haciendo un listado de los adultos mayores, “para que reciban la vacuna, les vamos a llamar”, les dijeron, y; efectivamente Juan(nombre protegido), recibió la llamada para que asista el jueves 25 de marzo, “para ser vacunado”, lo que Juan no sabía era que ya los turnos fueron repartidos y que en este caso, ni la sentencia de que “al que madruga Dios le ayuda”, iba a servir porque la cola era larguísima y los turnos ya se acabaron entre las sombras de la noche anterior. Así y todo, este adulto mayor acompañado de su nieta, se quedaron al igual que decenas de personas, esperando a ver si alcanzaban a ser vacunados. Entre reclamos y aglomeración, bajo el candente sol de la jornada, muchos se indignaron al observar que ciertas personas, “pasaban sin turno”, llegaban levantaban la mano, entregaban la cédula y muy gentilmente un funcionario del Subcentro o un miembro del Ejército apostado en la entrada, decidían quién podía ingresar, sea por el frente o por la puerta lateral del edificio.
Luego de largas horas de espera, la mayor parte de adultos mayores que asistieron, se quedaron sin ser vacunados, porque a decir de las “personas a cargo”, se acabaron las vacunas, eran alrededor de las cuatro de la tarde. Así, sin mayor explicación, luego de una jornada de incertidumbre, desorganización y riesgo, ya que no se observaron las medidas de bioseguridad, estas familias, volverán a la fila a ver si alcanzan la vacuna.
Esta crónica, recoge una de las tantas historias de la jornada, es solo un ejemplo de lo que ocurre con el proceso de vacunación en la Zona Central y en el país. Aún quedan pendientes las denuncias, aún en investigación, de supuesta vacunación en centros de Guamote y Colta, donde presuntamente se procedió “a discreción”.
Parecería que a muchos les queda grande el puesto, que la “viveza criolla” ha superado un juramento hipocrático que debe prevalecer y que hemos dejado además de lado el sentido común, la calidad humana y el respeto por nuestros mayores.
¿Qué pasará mañana?