“Mi hijo tenía 3 años y medio, yo tenía mucho miedo de dejarlo solo porque era muy
pequeño para quedarse sin su mamá. Me entristecía saber que no me iba a tener en
su vida, que yo no iba a disfrutar sus momentos; me costaba mucho aceptar esa idea
y no me rendí”, relata Vanessa N., (nombre protegido) quien se benefició con un
trasplante renal en el Hospital Carlos Andrade Marín (HCAM).
Esta joven madre ibarreña de 30 años afirma que “sin el IESS estoy completamente
segura que no hubiese podido tener un trasplante y esta nueva oportunidad de vida
porque es una cirugía costosa y complicada. El IESS me cambió la vida, me salvó y
me ha dado apoyo por aproximadamente siete años”.
Cuando entró a la lista de espera estaba muy emocionada porque sabía que era la
esperanza y la salida de la diálisis. “Yo tenía la convicción de que me harían el
trasplante, me hice todos los exámenes y seguí los protocolos. Cuando me dijeron
que había el órgano no lo podía creer”.
Durante el viaje de camino al hospital me dije a mí misma: Este riñón tiene mi nombre
y apellido es mío, cuando llegué me hicieron los exámenes, diálisis y me sentía muy
agradecida con el donador porque es un gesto muy noble. Un momento de dolor
para una familia es uno de alegría y emoción para otra porque nos dan una
esperanza de vida”. Le trasplantaron el 29 de julio de 2022.
Cultura de donación
Vanessa N., invitó a todas las personas a que donen porque así como salvaron su
vida también pueden salvar la de otras personas. “La donación de órganos es muy
importante para mí e invito a todas las personas que muchas veces desconocen cuál
es el proceso, primero a informarse para que tengan claro toda la esperanza que
pueden llevar a las personas que estamos en lista de espera. Cuando saquen su
cédula acepten ser donadores porque nos salvan la vida”, remarca.
Afirma que con el trasplante le devolvieron la vida, me hicieron ver que tenía una
esperanza para continuar con mis sueños, fue volver a nacer. Destaca que gracias
al trasplante ya no debe estar atada a una máquina y su vida es normal, “me levanto
pensando que ahora sí tengo tiempo para compartir en familia, incluso viajar”.
La fe derrumba al miedo
Para Vanessa N., todo empezó el 19 de diciembre de 2017 con un dolor de cabeza
muy fuerte y visión borrosa. En la noche se sentía muy rara y en la mañana tuvo
convulsiones, la llevaron al Hospital del IESS en Ibarra en donde le hicieron una serie
de análisis, le diagnosticaron hemorragia subaracnoidea y la derivaron
inmediatamente al HCAM.
“Los médicos de Nefrología lucharon hasta el final para que mis riñones funcionaran
pero ya no había una solución. Ingresé a diálisis. Para mí fue muy fuerte, no lo podía
creer y no lo asimilaba”.
Luego del diagnóstico, en Ibarra hacia diálisis tres veces a la semana por
aproximadamente cuatro años y medio, durante todo ese tiempo tuvo seguimiento
médico. “Muchas veces recaí, decía ya no quiero nada y me quiero rendir. Le tenía
terror a las diálisis porque no podía creer que dependía de una máquina para vivir,
veía las cicatrices y no podía creer que esto me esté pasando a mí”
Destaca que siempre ha tenido apoyo del IESS, “sino estuviera afiliada no hubiese
tenido ninguna atención como la que me han dado durante estos siete años,
aproximadamente”.
Con mucha emoción Vanessa N., cuenta que tiene una “hermana de riñón” (María
T., nombre protegido) porque el día del trasplante cada una recibió un órgano. “Nos
conocimos en la sala de operaciones, nos hicimos amigas y tenemos una conexión
muy fuerte; las dos coincidimos en que esto no habría sido posible sin nuestro ángel
donador. Nos tenemos mucho cariño y siempre estamos en contacto”.
Destaca que desde el primer momento que ingresó al HCAM y hasta la fecha le
atienden de la mejor manera y son muy empáticos. “No solo revisan el historial
médico sino que buscan cómo ayudarme más allá de la medicina”.
El Dato:
De 2021 a lo que va de 2024, el IESS ha realizado 494 trasplantes entre renales, de
córneas, hepáticos y recientemente de médula ósea.