Carlos Humberto Moreno Arteaga para El Diario de Riobamba
La obra cultural más importante del liberalismo fue –sin duda– la creación de las Escuelas Normales “para formar en ellos los nuevos apóstoles de las libertades, la tolerancia, el pensamiento libre, el valor humano y otros postulados más del nuevo evangelio”, como nos resume el insigne educador, antropólogo e historiador Gonzalo Rubio Orbe. De estos establecimientos egresaron las primeras generaciones de educadores laicos para irradiar la ciencia, la educación y la cultura en campos y ciudades y no siempre en las condiciones más adecuadas.
Pese a la importancia que se le había asignado a esta profesión, la sociedad en su conjunto empezó paulatinamente, a desentenderse de los educadores/as y a permitir la pauperización de sus condiciones socioeconómicas y profesionales, tanto que el propio Ministro de Instrucción Luis A. Martínez en el año 1905 reconoció que “…el maestro de escuela es el más desheredado de los proletarios…”.
Esta compleja situación de la educación en su conjunto y de los educadores/as en particular, sensibilizó a ciertas autoridades educativas consecuentes quienes apoyaron la organización del magisterio con fines de ayuda mutua o social y posteriormente, por la defensa de sus derechos como profesionales de la educación. De este modo surgió la Cooperativa de Institutores de Tungurahua fundada en 1908 y las Sociedades Pedagógicas en 1911 que constituyeron, entre otras, las experiencias pioneras de organización magisterial.
Luis Napoleón Dillon, Director de Estudios de Pichincha promovió la creación de la Sociedad Pedagógica de esa provincia que tuvo una prolífica vida académica y social.
Esta Sociedad Pedagógica convocó en 1918 a la Primera Asamblea Provincial de Preceptores de Pichincha, evento en el cual se condecoró a destacados educadores y se tomó la decisión de sumarse a la propuesta de la Sociedad General de Preceptores del Guayas de “celebrar la Fiesta del Maestro el 13 de abril, fecha del nacimiento de Juan Montalvo”, propuesta que había sido divulgada en la revista “El Magisterio Ecuatoriano”. En el año siguiente 1919, los establecimientos educativos Escuela Superior “Simón Bolívar” y la Municipal “Sucre” celebraron por primera vez el Día del Maestro.
Esta iniciativa surgida desde el magisterio tuvo acogida por parte del Presidente de la República, Alfredo Baquerizo Moreno, el cual mediante Decreto Ejecutivo suscrito el 29 de mayo de 1920 y promulgado en el Registro Oficial No. 1.109 con fecha 10 de junio, consagró al 13 de abril como la fecha propicia para honrar y conmemorar la labor cotidiana de las y los educadores.
El Decreto ejecutivo expresaba:
“CONSIDERANDO: Que es menester honrar al preceptor ecuatoriano, factor importantísimo de la cultura popular. Que el día del nacimiento del ilustre escritor don Juan Montalvo es el día más adecuado para este fin.
DECRETA: Art. 1 el 13 de abril de cada año, celébrese en toda la república la Fiesta del Maestro. Art. 2 Los Consejos escolares reglamentarán esta fiesta en la respectiva provincia y votarán, además las cantidades necesaria para el objeto. Art. 3. El Ministro de Instrucción Pública queda encargado de la ejecución del presente decreto.”
En el 2020 se conmemoró el centenario de tan trascendente declaración sin ninguna mención por parte del estado de reconocimiento al valor del trabajo docente para el ejercicio del derecho a la educación y el acceso a otros derechos humanos, así como de su contribución para la construcción de una sociedad democrática, con igualdad, inclusión y justicia social.