#HistoriadeSábado by. Marcelo Jijón Paredes EDITOR & CRONISTA
¡Tengo frío y miedo!
Han sido muchos días fuera de casa lejos de la familia, jugándome la vida, mirando el dolor entre gritos y sintiendo la desesperación de no ver por los gases lacrimógenos, dicen que es una lucha por todos, pero no parecería, miro a mi gente luchando, nadie nos dice si esto vale la pena y lograremos el objetivo.
No es fácil estar en Quito, una ciudad diferente, enorme, fría, complicada… la lluvia no es la misma que moja los campos, acá es más brava y parece quiere lastimarte, se come poco y el dolor del hambre pega fuerte, el piso es aún más frío y no se puede conciliar el sueño.
Los del paro hablamos de los problemas… son los mismos, no hay trabajo, todo es más caro, lo poco que se gana no avanza, muchos quieren estudiar y no pueden, siempre igual, pagan lo que les viene en gana lo que los padres cultivan y cuidan con tanto esmero y llevan a los mercados, les damos de comer y nosotros morimos de hambre mis hermanos pequeños de desnutrición…
Hablan de un mundo global y el internet aún no sirve en muchas partes del país y son más de las que pensaba… estamos aislados y además desconectados.
Es una nueva jornada, dos panes y una avena, el pañuelo al cuello y esto debe continuar, ese cerco negro de la Policía Nacional amedrenta, pero es parte de nuestra lucha y de cumplir la misión, que el gobierno nos escuche de una vez por todas.
Cada vez que se mueven los “robocops” debemos estar alertas, les insultamos y botamos piedras, nos piden aguantar y arengan que es un día para triunfar, “por nuestra gente” “por la comunidad” de ponto todo es una nube que te impide respirar y la marea negra te envuelve. Debes defenderte “a palos de ciego”.
Entre la confusión he lastimado a mi amigo de toda la vida, a quien escuche desde siempre querer ser policía para cuidarnos, pero él también lo ha hecho, porque debe cumplir su deber y propósito, estuvimos en el momento incorrecto, él con un tolete y un arma yo con una piedra más el enojo acumulado…
Ambos recibimos órdenes….
Él pudo lastimarme más, pero se detuvo y corrió tras otros manifestantes, yo alcance a incorporarme y tratar de correr lo más rápido sin rumbo, te desorientas y solo escuchas gritos y puteadas, viene el aire bueno y las lágrimas terminan… que alivio se siente.
Al otro lado de allí, en una tregua acordada, el policía escribe un texto por WhatsApp a su novia: “Hoy pegué a mi hermano sin siquiera darme cuenta, no sabía que estaba acá, ¡esto vale la pena! ¿fue mi culpa?, espero esto termine pronto, tqm”
A cientos de kilómetros de allí, una asambleísta ambateña, entre el lujo y confort, escribía en su iPhone 13: “Yo Marcela Holguín Asambleísta por Pichincha, acabo de poner mi firma para adelantar elecciones de acuerdo con el Art. 130.2 de la Constitución. Mi cargo a disposición de mi pueblo. ¿Qué harán los otros 136 asambleístas? …. hasta ahora no presenta la renuncia.
A decenas de kilómetros de allí Marlon Santi, se daba cuenta, luego de doce días, que el expresidente Rafael Correa, manipulador del bloque de UNES, tenía personas violentas en las filas de la CONAIE….
A pocos kilómetros de allí el presidente Guillermo Lasso pedía que vuelvan a las comunidades y no sean parte de un intento golpista y ejercía su autoridad, lo que le faculta la ley…
En otras zonas la gente mestiza se cansó del caos, abuso y violencia, llevan camisetas blancas y banderas del Ecuador y cada vez son más que los protestantes. Empiezan a perder el miedo.
Nuevamente están frente a frente el pueblo, uno con uniforme y otros sin él, la clase política y sus dirigentes, nunca pierden. Ellos negocian y ganan, los muertos y heridos los pone el pueblo, ellos nunca se lastiman, quieren seguir cambiando el mundo desde el discurso… repitiendo “esta lucha continúa compañeros”. Cada vez les creen menos.
Agresor y agredido se volverán a ver los rostros en una cancha empolvada de la comunidad en el próximo feriado, se darán un abrazo y ganará el mejor, pero en el fondo, ambos sabrán que fueron otra vez utilizados por los políticos corruptos.
Luego de 90 minutos de juego deberán ir a recolectar agua del pogyo para que sus madres preparen el almuerzo, en la tarde el uno volverá al cuartel y el otro caminará por los campos moviendo a los animales y a la tierra, esta vez sentirá esa lluvia que no lastima, agradecerá en silencio por el regalo del cielo y sentirá un dolor en la espalda a pesar del mentol que le puso su abuela….
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia….
Fotos. Alex Pasquel para el Diario de Riobamba.