By. Marcelo Jijon Paredes editor, caucho Clase 89
Eres un niño nervioso y lo sabes, a pesar de que te digan que ya eres un hombrecito, estas orgulloso de haber aprobado el examen de ingreso al San Felipe, te pasó el susto de que la materia de Mecanografía no era algo muy complicado de aprender, no me luce muy bien el uniforme con eso de que compran una “talla grandecita para que dure”….
Soy un caucho y estoy orgulloso, también me llaman chúcaro y me pone nervioso los grandotes del sexto curso, hoy amigos de la vida, me asusta el bautizo, pero me estremece entrar a la Basílica del Corazón de Jesús y consagrarme a un amor que es infinito absolutamente.
Somos dos paralelos de cincuenta estudiantes el A y el B no sabemos que nuestra vida cambiará para siempre en una ceremonia tan afectiva, emocionalmente mágica de simbolismos absolutos y bella como solo lo hacen los jesuitas.
Hoy eres un hijo de la Madre Dolorosa te dicen y miras a tus padres emocionados, la mamá llorando y yo evitando hacerlo para que no se burlen los compañeros…. la oración a la Dolorosa ya lo sabes y es parte del ritual, pero esto solo es el inicio.
Cantar el himno de la Dolorosa te eriza la piel y si hay milagros el primero fue que una pieza musical tan larga la pude cantar sin problemas, varios ritmos entre lo lento y fuerte, una parte en vals, otra en marcha es que es sin duda un himno que supera los cuatro minutos de duración y te transforma.
Madre mía Dolorosa que nunca podré olvidar….
Es el inicio que confirma lo infinito de su compañía, ahora tienes dos mamás, una en la tierra y la otra en el cielo, doble felicidad, ella te bendice siempre y está contigo, esa estampa se la coloca en la billetera y las he mirado las originales luego de más de 30 años aún en una de ellas como parte de una tradición, los más despistados perdimos la original, que además llevaba los nombres de tus compañeros y la fecha de consagración….
Pero si se perdió es una estampa no la compañía, el paso del tiempo y la ciencia me impide creer todo lo que me ha dicho la iglesia católica, no voy a misa regularmente, construyo una espiritualidad y no un fanatismo o comportamiento hipócrita de domingo, pero eso no cambia ese vínculo con la madre de Jesús, claro está el de Saramago no el que anda haciendo milagros por allí, ése muy humano, no con ojos claros y larga cabellera digna de propaganda de champú sino el que propuso una revolución hace dos mil años basado en el amor.
¡Vaya que audacia! apostar todo al amor un desafío, un gran irreverente el mejor orador a quien poco favor lo han hecho contando versiones de un sacrificio que a veces parecería no tuvo sentido…
Vuelvo a lo emocional, la Dolorosa está en tu ser y se siente bien, escuchaba que su advocación hace sufrir mucho, entre los clavos que son parte de, pero son mitos, es una compañía que ayuda a los cauchos del San Felipe Neri, el recuerdo que vuelves para estar feliz y seguro, no rezas un Ave María sino su oración.
Y si no lloraste la primera vez que cantaste su himno, pues la última si, en la misa de reunión con los amigos del colegio o en la del funeral del que le tocó partir, caramba que es cierto es de que “dentro de veinte allí te querré” ese día mágico está por cumplir 40 años en mi caso y es verdad absoluta. Hoy es 20 de abril y la comunidad Jesuita la recuerda como la madre de todos…