By. Marcelo Jijón Paredes, cronista&editor
Cada tanto tomo la cámara y decido registrar mi entorno, la idea es tener material para este ejercicio de escritura de fines de semana en el #DiariodeRiobamba suelo buscar otros escenarios y contextos, pero una compra de medicina me llevó al centro de la urbe y con ello volver al Parque Maldonado y el milagro sucedió ¡la Catedral estaba abierta! era un sábado cualquiera sobre las 14h00
Me anticipé a lidiar con el malgenio del conserje y recibir un despótico “no puede entrar” pero al final, nada perdía con intentar, el mencionado sujeto parece me confundió con un fotógrafo social y no hizo problema que ingrese, dentro el padre esperaba a una bella quinceañera que no llegaba…
Lo demás ver, pensar y disparar antes que te pidan que abandones el templo más importante de la ciudad y el más difícil de acceder, entiendo por disposiciones y por una generación de cuidadores más enojones que el fotógrafo….
Es imponente y por ello es el tempo más importante, acá se puede ver una catedral que tiene historia en su frontis del pasado, pero de la modernidad en el presente, una de las tantas dualidades que existe.
Mis nervios se incrementaron cuando vi llegar al fotógrafo asignado para el evento, de seguro vendría el mal genio a expulsarme…. Parece era el día para mostrar la Catedral por dentro, muévete rápido y dispara la #Nikon me dije.
El interior es imponente entre el color de la madera que es mayoría y el gran mural que termina siendo impactante al fondo y es obra del ambateño Osvaldo Viteri que en 1988 realizó el mural en mosaico de piedra donde se retrata a un Cristo mestizo, más parecido a los “llamingos” de estos lares, que, a los devotos de tierras europeas, sucos y ojo claro.
Eso siempre me gustó pensar, sobre todo por que con el paso del tiempo entendí, conocí y respete a un Jesús más humano que divino, que usó el sentido común y no hacía milagros, que no dispuso mandamientos sino que activó una particular revolución desde el AMOR eso que tanto nos cuesta expresar y lo seguimos tratando de descifrar.
Sobre él están otros Dioses que son legítimos desde nuestra cosmovisión andina, el sol (inti) y la luna (killa) a los cuales adoraron nuestros antepasados, no eran tiempos de tener un rosario en la mano, sino de pensar su entorno entre el miedo y la incomprensión de lo extraño, el hombre respetó a ambos por su relación con la tierra y el agua que es parte de su vida.
Que ese “pequeño detalle” esté en la Catedral de la curuchupa urbe riobambeña “muy noble y leal”, particular definición que no comparto me parece irreverente y puede dar una lectura para validar nuestra situación desde lo que somos, mestizos sin sangre azul y longueadores que olvidan a los amigos indígenas que tenemos y el 60% de genética.
Un cristo nuestro “cholito” – como dirían las élites – está allí en la Catedral, de pelo largo, con una enaguilla que tiene al final alegoría de nuestro mundo, no del que vino a “conquistarnos” no hay sangre salvo unas costillas pronunciadas y largas extensiones bien definidas que no se encuentra regularmente en otras representaciones ¡vale la pena mirarlo! y asumo – si lo necesita – persignarse y rezarlo.
Y si bien fue con mi abuela a muchas iglesias llena de santos e imágenes por acá son pocas en el altar principal están dos el patrono de la ciudad San Pedro y la Virgen del Sagrado Corazón, impecables y brillando, esas figuras si deben haberlas hecho los sucos y ojos claros. El padre impaciente que llega la quinceañera – que sigue retrasada – gentilmente me da la clase de catecismo explicando el detalle. Al fondo están: San José, el Sagrado Corazón y Santa Mariana de Jesús
Pero destaca el mural de Alfonso Pérez Esquivel, premio nobel de la Paz, obra que lo quería retirar el Obispo “sangre azul” ¡joder! en él se retrata la opresión e injusticia al hombre y mujer del campo, es la Teología de la Liberación entre la esperanza de un obispo como Proaño que entregó la tierra a los campesinos, pero al final se beneficiaron los dirigentes y ahora están en la Asamblea Nacional….
Es un retrato de color, donde sobresale el naranja, están personajes de la historia, activistas de izquierda, monjas comprometidas y curas que no tienen carro del año y evangelizan a pie, el cristo también es diferente, no hay sangre ni llagas, tiene en sus manos el pan y el pescado, ese que se debe enseñar a capturarlo y no regalarlo como lo hacen siempre para que sigan siendo pobres. Tiene poncho y pantalones cortos.
Ya llegan los invitados, la corte apresurada se organiza, “yo les dije que se vistan con tiempo” dice una de ellas molesta, ya me queda viendo el conserje malgenio, tengo que cumplir con la operación de hacerme el «pendejo», cosa que me da fácil, le miro a Don Pedro Vicente Maldonado de espaldas tomo la últimita y me voy…